MIL Y UN USOS DEL AGUA DE ROSAS

 Calma, regenera, hidrata, tonifica, tiene poderes antiinflamatorios y antibacterianos... Estas y otras muchas son las propiedades de este producto, que puede encontrarse tal cual o estar presente en la formulación de numerosos cosméticos. Veamos detenidamente qué es, para qué sirve y cómo usarla.

Muy muy antigua, el agua de rosas ya la utilizaban los árabes en el siglo X, quienes la introdujeron en Occidente. Actualmente, la más preciada es la que procede de la rosa damascena. Rica en vitaminas B y E, en realidad es un tónico natural que influye para bien en los niveles de colágeno y procura elasticidad a la piel.

Su fabricación es muy sencilla. Tanto, que las hay que se atreven a elaborarla en casa. Se obtiene destilando el aceite esencial de los pétalos de las rosas, aunque se comercializa en una concentración menor que este.



CÓMO UTILIZAR EL AGUA DE ROSAS

Su uso más habitual es como tónico, especialmente indicado para las pieles más sensibles. Lo aconsejable es aplicarla después de la limpieza facial y antes de extender la crema. Este gesto evitará la tirantez de la piel.

Hablando de tiranteces, que normalmente indican cierto grado de sequedad en el rostro, el agua de rosas también se utiliza para combatirlas, rociándolo sobre la piel en cualquier momento y, muy importante, aunque se lleve maquillaje. Hablamos por ejemplo de la sensación que se tiene al realizar un viaje largo en avión o al permanecer bastante tiempo en un lugar con calefacción o aire acondicionado.



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